sábado, 24 de noviembre de 2018

Pablo Lopez

PABLO LOPEZ EL CAJERO DE TODOS LOS TIEMPOS
por Antonio Daza Orozco
 EL BAUTIZO
Su nacimiento (1935) y sus primeros pininos los dio en la casa de sus padres, en La Paz, acompañados por las notas  de su papa y su tío y de todos los acordeoneros errabundos  que obligados pasaban por allá
En algún rincón de la casa quedaba muchas veces recostado un acordeón que era el juguete que más divertía a Pablo Agustín, cada vez que la  jalaba uno sus melódicos sonidos iluminaban sus ojos y una sonrisa llenaba su carita. Así fue como a la edad de 6 añitos (1941) tocaba los sones más conocidos en la provincia. Pero una tarde  viendo la maestría de su tío Juan López  con la Caja (Juan  fue uno de los mejores acordeoneros que ha tenido el vallenato, pero aquellos que lo vieron tocar la caja  lo catalogan entre los mejores),   se decidió por esta  y le dejo el acordeón a Miguel.
A Villanueva llegó para estudiar en el famoso colegio Santo Tomas, de Rafael Antonio Amaya, y en unas de las salidas del internado escuchó notas de acordeón  y se acercó, asomándose a la ventana para mirar quien tocaba,  lo divisó Emiliano Zuleta Baquero que acompañado de Escolástico Romero parrandeaba en una casa del Arroyito (barrio villanuevero), El viejo Mile, a quien el papa de Pablo se lo había recomendado, a verlo lo cogió de la mano lo invito a la sala, le pasó la Caja y le dijo acompáñeme como usted sabe;  un merengue entonó Emiliano y la caja,  en las manos de Pablito,  se escuchó en todo Villanueva.
 Escolástico se paró y preguntó emocionado ¿y este quién es?
Y Mile no demoró en responder:   Es el hijo de Pablo López y Agustina, el mejor cajero que vamos a tener en esta región y en muchas más.
¿Qué vamos a tener? que tenemos… riposto Escolástico
Sin querer estos grandes de la música vallenata habían  BAUTIZADO  y a la vez pronosticado la “carrera” del rey de los cajeros
LA  CONFIRMACION
Su carrera de estudiante debía seguir en Bogotá, donde su padre quería que se volviera Doctor, llegó en el 54, cuando la música vallenata profanaba el suelo bogotano en las manos de varios provincianos que buscaban calentar el frio ambiente capitalino con notas de acordeón, caja y guacharaca. Entre los quijotes provincianos contamos al Víctor Soto (nacido en Cañaveral, Guajira), y Pedro García (Atánquez, Cesar) quienes convidaron a Pablo a tocar con ellos. En una
Pablo tocaba “mochitos”  de caja en las parrandas de su pueblo La Paz y cuando llegó a Bogotá,  era muy  joven y desconocido (19 años), pero Víctor Soto (acordeonero urumitero) que ya vivía en Capital y luchaba con otros provincianos para gozar de las cosas de su tierra en ese mundo diferenteque era la  Bogotá de 1954, lo oyó tocar un día cualquiera y dijo este muchacho  tiene potencial, es un diamante en bruto y lo invitaba a todas las fiestas y parrandas, donde el cantante y guacharaquero eran Pedro García, como aquella en la casa de los Basanta (los papas de Totó la Momposina) donde Víctor presento a Pablo como nuevo cajero del grupo y  Libia  de Basanta que le gustaba las apuestas vio la oportunidad de ganarse unos “chavitos” fácilmente y propuso lo siguiente: “bueno si el muchacho es tan bueno como lo presenta Víctorenfrentémoselo a Dani” (Daniel Basanta, su esposo, que era un veterano de la caja y los tambores) “y que el duelo tenga una base de $1.000,00” todos se miraron, sobre todo Víctor Pedro y Pablo; los que estaban con Basanta eran mas y recogieron rápidamente los mil pesos, los de Pablo eran tres y  alcanzaron los 600 pesos, así: Víctor $300, Pablo y Pedro de $150 cada uno (era la mesada  que le mandaban a los dos), exponiéndose  a pasar un mes de hambre y frio, faltaban $400, cuando llegó Asprilla, un personaje de la época y que ya había visto tocar a Pablito, y cuando le contaron de la apuesta, preguntó ¿Cuánto le falta al muchacho?  Y puso los $400. Empezó el pique con el paseo y Basanta hizo unos rebrujes con sabor a rio, bajeros, mientras Pablo sentó la palma de la mano en la mitad del cuero y su rutina hizo fruncir las cejas de los partidarios del contrincante. La señora Libia se apresuro a decir “empate, vamos para el merengue”  y ahí fue “Troya”, Pablo asentó sus mejores golpes  y Basanta solo atino a llevar el ritmo, Pedro empezó a  bailar en un solo pie, mientras Víctor sonreía. Libia de Basanta, que no se lo creía, dijo: “vamos para el son que ese es el fuerte  de Daniel”, pero Daniel se paró, la miro a la cara y le dijo: “Libia no hay peor ciego que el que no quiere ver, a este pelao no se lo gana nadie. Ese día fue la CONFIRMACIÓN   de Pablo Agustín  López Gutiérrez como el mejor cajero del mundo. De ahí en adelante todo fue triunfos y aplausos, en la media torta y teatros de Bogotá, en el Festival Vallenato, en el festival de la cultura de Moscú, en las olimpiadas mexicanas de 1968 a lado de Alejandro Duran…  en todas partes....